POR QUÉ ME COMPORTO ASÍ? - MECANISMOS DE DEFENSA PSICOLÓGICOS
Los mecanismos de defensa o de auto-protección, son mecanismos psicológicos
que utilizamos normalmente de manera inconsciente (aunque también puede ser consciente),
para disminuir la angustia que nos provocan los conflictos internos que pueden
surgir cuando estamos frente a una situación que nos es insoportable,
reprimiendo las emociones que nos invaden, porque no disponemos de herramientas
para procesar adecuadamente la situación.
Estos mecanismos de defensa son empezados a utilizar por nosotros incluso desde la primera infancia, sin ser consciente de ello.
Represión: Es el mecanismo más usado y el que da pie a la existencia del inconsciente. Las emociones reprimidas, no se eliminan, se almacenan en el subconsciente y desde allí operan, condicionando nuestra experiencia de vida en el futuro. La Represión, consiste en rechazar y mantener fuera de la consciencia los impulsos prohibidos, llevando al inconsciente cualquier idea que sea socialmente intolerable. Es un proceso mental normal y que en su aspecto básico socio-cultural, es indispensable para mantener el equilibrio psíquico en una sociedad (auto-censura). También existe el otro extremo no sano, como podría ser el no permitirnos de manera sistemática la expresión de la Rabia o la satisfacción (e identificación) de nuestras propias necesidades, anteponiendo sistemáticamente las de los demás sobre las nuestras.
Desplazamiento: Las emociones o reacciones emocionales ligadas a una situación amenazante, se desplazan hacia otra situación más aceptable para la persona. Estas emociones pueden desplazarse normalmente hacia actitudes obsesivas, somatizaciones o fobias. Por ejemplo, una rabia incontenible puede ser desplazada hacia la actividad deportiva intensa (obsesiva). En un espectro menos patológico, podemos ver personas que rompen a llorar en situaciones estresantes, porque no se permiten expresar la rabia ni poner sus necesidades sobre la mesa. El llorar es la emoción que para ellos si les fue permitida desde la infancia, no así la expresión de la rabia.
Regresión: La persona intenta resolver sus conflictos recurriendo a sentimientos, maneras de pensar, conductas o formas de relacionarse de una etapa anterior del desarrollo de su personalidad, etapa que en teoría ya estaba superada. De esta manera, se protege de las frustraciones intolerables experimentadas en el momento actual. Por ejemplo, ante un jefe autoritario y déspota, la persona reacciona de manera sumisa o incluso hasta infantil, porque emocionalmente se le han disparado las dinámicas que tenía con su padre autoritario en su infancia.
Proyección: La persona coloca en el mundo externo pensamientos, afectos, conceptos, deseos, etc. que son de ella, pero que cree que tienen una existencia objetiva fuera de sí misma, en otra(s) persona(s). Pueden ser impulsos internos que son inaceptables y que son percibidos por esa persona, en otras, lo que le permite ignorarla en sí mismo.
Por ejemplo, tengo complejo de mi físico y cuando salgo a la calle pienso que toda la gente me mira y piensa en lo horrible que soy. Esa es mi proyección. Yo estoy proyectando lo que pienso de mi, en los demás, como si los demás pensasen eso de mi.
Negación: La persona se niega a reconocer un hecho que existe y que es real, por ser éste demasiado amenazante o doloroso. Por ejemplo, ante el diagnóstico de una enfermedad grave, le bajamos el perfil o incluso no asumimos su existencia.
Racionalización: La persona da una explicación (y hasta una narrativa circular) coherente y lógica o aceptable, desde el punto de vista moral o cultural, a una actitud, una acción o un sentimiento negativo intenso, evitando así entrar en lo profundo y amenazante.
Por ejemplo: nos deja el
novio y decimos "tampoco le quería tanto ni valía tanto la pena", bajándole el
perfil a nuestros sentimientos para no conectar con el sufrimiento de la
pérdida.