EL ICEBERG DE LA MENTE - CONSCIENCIA Y CAMBIO

25.03.2025

Mucho se habla del gran poder de la mente y de lo poco que lo usamos normalmente (menos de un 10%). Pero en realidad, esto es un mal entendimiento de las capacidades de la mente y de su influencia en nuestro diario vivir, cuyo poder está siempre presente, desde la percepción de todo lo que nos rodea, capturado a través de los sentidos, hasta las acciones que se derivan de ello.

A lo que realmente se refiere la afirmación anterior, es sobre cómo está constituida la mente. Al igual que un Iceberg, del cual solo vemos alrededor del 20% flotando sobre la superficie del agua, quedando la mayor parte de él sumergido y oculto a nuestra vista, con la mente pasa lo mismo. Solo vemos o somos conscientes, de una mínima parte de lo que está guardado en ella y, por el contrario, no vemos o no somos conscientes, de una gran parte a la que llamamos subconsciente (o inconsciente), pero que es tan útil y poderosa (y real), como la parte consciente.

En el inconsciente es en donde están grabadas las emociones asociadas a nuestras experiencias más significativas, desde que se forma nuestro sistema nervioso. Y, desde ahí, desde el inconsciente, éstas operan y condicionan nuestros comportamientos, normalmente sin que nos demos cuenta de ello.

Existe además, lo que se llama el pre-consciente, que es una capa entre el inconsciente y la consciencia, y que es por donde transitan las experiencias que traemos desde el subconsciente al consciente, o una parte de la mente sobre la cual tenemos algún grado de consciencia, pero no total, sino ambiguo, vago y relativo.

La mente es tan poderosa que, una vez que aprendemos algo nuevo, nuestro cerebro puede ir dejando eso que aprendió, para ser usado en el inconsciente de modo automático. Por ejemplo, si conduces, te habrás sorprendido no sabiendo cómo has llegado a tu destino mientras estabas muy centrado en una conversación. Pues tu cerebro ejecutó de manera impecable todas las acciones relacionadas con la conducción de tu coche, estuvo atento al tráfico y a la ruta, y te llevó a tu destino sin que hubieses tenido que hacer nada desde tu consciente. Ese es un gran poder que tiene la mente que, en muchas actividades de la vida cotidiana, es de mucha utilidad.

Los atletas de alto rendimiento, por ejemplo, usan esas facultades, aunque de manera consciente. Es decir, cuando ya tienen absolutamente aprendida una rutina física (o un músico, por ejemplo, con un tema nuevo), y están frente al nerviosismo de una competición, "apagan" su mente consciente, para dejar que el subconsciente haga la ejecución que ya tiene aprendida con impecabilidad. En estos casos, el meter la mente racional, la mente consciente, puede derivar en fracaso, más no así cuando se deja el "control" a la mente inconsciente. Es una ejecución en modo "trance", por así decirlo.

Pero en este artículo, hablaremos de otra cosa en cuanto al subconsciente y al consciente se refiere, y que está relacionada con donde están grabadas todas nuestras experiencias acumuladas a lo largo de nuestra vida y las emociones asociadas.

El consciente es la parte de la mente que "conocemos" y que es la más accesible, y que incluye los pensamientos, sentimientos y sensaciones que somos capaces de percibir en un momento determinado. Es la percepción inmediata que tenemos del entorno en el cual estamos, nuestros pensamientos racionales y decisiones deliberadas. Por ejemplo, si estamos dando una charla o hablando con alguien, estamos usando nuestra mente consciente, o cuando estamos resolviendo un problema logístico o matemático.

También están en el consciente, las emociones que somos capaces de identificar y expresar de manera clara, como pueden ser la rabia, la tristeza, la alegría o el miedo, aunque esto también dependerá del nivel de desarrollo emocional que tenga la persona.

El subconsciente o inconsciente, es la parte más grande y más profunda de la mente, donde están los pensamientos, los deseos, las emociones reprimidas y ocultas. Los procesos mentales que habitan en el subconsciente pueden manifestarse en sueños, en lapsus lingüísticos, en actos fallidos o en síntomas psicológicos o hábitos no conscientes.

Entre estas dos capas se sitúa el pre-consciente, en donde están aquellos pensamientos y recuerdos que no están activamente en la consciencia, pero que pueden ser traídos a ella con facilidad, por ejemplo, recordar algún detalle, como nombre de una persona, o ciudad en donde fuimos de vacaciones hace algunos años, etc.

Esta teoría del Iceberg como estructura de la mente, es muy importante reconocerla para poder evolucionar como personas, entendiendo que en nuestra mente hay mucho más de lo que es evidente y que, aunque no lo "veamos", ahí está, condicionando nuestras vidas, nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestras conductas.

Ahora sabemos que, con cierto foco (normalmente con ayuda psicoterapéutica), podemos ir trayendo eso a la consciencia, liberando tensiones internas entre lo que pensamos y lo que sentimos, o entre nuestros deseos conscientes e inconscientes, con el impacto que todo ello puede tener en términos de resolución de conflictos internos y mejora de nuestra calidad de vida psicológica.

Espero que este artículo te haya servido. Si quieres alguna orientación al respecto o si simplemente quieres dejarme tus comentarios, escríbeme a juan.riquelme.terapeuta@gmail.com.

JUAN RIQUELME - TERAPEUTA COUNSELOR - PSICOTERAPIA HUMANISTA INTEGRATIVA
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