CONSEJOS PARA UNA COMUNICACIÓN ASERTIVA
- Te la pasas discutiendo con tu pareja o con la gente y estás cansad@ de ello?.
- Sientes que si no te expresas y dices lo que piensas, eres desleal a ti misma y dejas que pasen por encima de ti?
- Te has callado mucho siempre y sientes que ya no debes hacerlo más?
- Sientes que debes defenderte a toda costa de los ataques de la gente?
Si te sientes identificad@ por alguna de estas preguntas, probablemente tengas alguna carencia de comunicación y algún otro aspecto a revisar de tu personalidad.
Lamentablemente nos han enseñado a que debemos defendernos y debemos expresarnos a como dé lugar. Algunos llegan a poder hacerlo, pero otros, viven en la frustración de no poder, con la consecuente merma para la autoestima de la persona. Pero ninguno de esos dos modelos, que han sido adquiridos o aprendidos, corresponden a un estilo de comunicación sano y asertivo.
Asertivo no guarda relación con un siempre ni con un nunca. Asertivo guarda relación con una respuesta inteligente adaptada a la situación que se vive y de acuerdo a un objetivo que perseguimos en esa interacción.
En un conflicto, el objetivo debiera ser el resolver el problema, pero a veces, lo único que conseguimos es empeorar las cosas.
Todos los elementos asociados a una mala comunicación, guardan relación con aspectos internos nuestros en conflicto. Incluso si los problemas de comunicación son de la persona que interactúa con nosotros, ya nuestra incapacidad de reaccionar asertivamente en ese conflicto o interacción, esconde carencias nuestras, ya que lo que nos han dicho nos anula o bloquea, o enfada, es decir, eso que nos han dicho o hecho, ha tocado una herida emocional nuestra…
Por lo tanto, para tener una buena comunicación, también debemos resolver nuestros conflictos internos y carencias afectivas. Y la psicoterapia es un camino.
Pero, cualquiera sea el camino que queramos recorrer, parece ser muy difícil. Entonces, por donde empezamos?.
Empieza por observarte y hacerte consciente de donde se producen los fallos en tu comunicación.
Te ha pasado que tú o la otra persona no hace más que lanzarte a la cara tus defectos o lo que has hecho "mal"?. Eso, lo único que hará será encender una discusión en la que nuestro ego saltará y hará su trabajo de defendernos a como dé lugar, lanzando un ataque de vuelta, a la altura de la agresión, o incluso algo peor, lo que probablemente haga que la interacción escale y acabe fatal.
Una primera regla sería la de expresar tus propias emociones, decirle a la otra persona el impacto o efecto que ha tenido en ti, lo que ella ha hecho o dicho. Al hablar de ti misma y no de la otra persona (el típico "es que tú esto… es que tú esto otro…" o la exageración típica: "es que tú siempre…" "es que tú nunca…"), no estás atacando a la otra persona y estás teniendo una higiene emocional saludable para tu psique, al no acumular eventos que mermen tu autoestima. Pero la clave en esto es hablar de tus emociones, lo que tú has sentido, no lo que ha hecho mal o dicho la otra persona. Por ejemplo, puedes decir que lo que te han dicho te ha hecho sentir pequeña o inútil, o criticada, o frustrada, o te ha molestado, te ha enfadado.
Entonces, primera regla: habla de tus emociones, no de la otra persona, ya que eso sería un ataque de vuelta y puede generar una escalada en el conflicto.
Segunda regla: no pierdas el objetivo de la interacción. No cambies el objetivo a "defenderte" o, poner a esa persona en su lugar (lo que solo sería alimento para tu ego).
Tercera regla: expresa bien lo que quieres, sin estrategias. Las estrategias enredan la comunicación. Mientras más claro seas en expresar lo que quieres o necesitas, mejor, directamente y sin rodeos.
Cuarta regla: si estás muy enfadada, pide tiempo fuera para calmarte y volver a hablar de la situación cuando ambas personas estén calmadas. Pero hazlo de buenas maneras, de una manera que se entienda bien y que no se entienda de que sencillamente no quieres hablar o que te da lo mismo lo que la otra persona diga o haga, o que estás ignorando a la otra persona. Solo di que no quieres seguir discutiendo en ese momento porque estás (o están ambas) muy enfadadas y no quieres decir cosas que puedan hacer daño y empeorar la situación, así es que por favor conversen sobre esto en otro momento en que ambas estén más calmadas. Ojo, que hay personas que sienten que si NO continúan con la discusión en ese momento, van a explotar o les están ignorando. Tienes que mantenerte firme en tu postura de buscar la calma. Pero tienes que cumplir tu palabra y buscar luego a la otra persona para expresarle lo que sientes o piensas, desde la calma y, desde EL CORAZÓN!. Cuando uno habla desde el corazón, eso no puede salir mal. Y si sale mal, el problema ya no es nuestro, es del otro. Si la otra persona aún no está en calma para conversar, probablemente se vuelva a generar otra discusión, pero tú intenta mantener la calma y expresarte asertivamente. Si vez que la discusión, lejos de estar convergiendo a algo positivo, vuelve a escalar, vuelve a pedir tiempo fuera. Al final, tal vez en varias iteraciones, la otra persona entenderá, y aprenderá, a que está bien conversar y llegar a un acuerdo desde la calma.
Quinta regla: honestidad. Sin más. La falta de honestidad y transparencia es germen para una mala comunicación y una mala manera de relacionarse con la gente. Ya sabemos el dicho ese: "se pilla antes al mentiroso que al ladrón", y las mentiras sistemáticas, merman una relación, del tipo que sea. La falta de honestidad siempre genera desconfianza e incluso puede gatillar en la otra persona procesos mentales muy relacionados con sus propias carencias afectivas. Vamos, que lo más probable que al tener una comunicación deshonesta, a la larga te rebote o salpique, lo que te hará entrar en situaciones difíciles, que se irán complicando cada vez más, con el consecuente estrés y desgaste emocional para ti misma, sin dejar de lado el eventual daño que le puedes estar haciendo a esa relación.
Un buen cierre de una discusión o un conflicto, puede ser preguntar al otro "qué necesitas de mi?". Eso abre muchas puertas y demuestra el interés genuino de una persona a acercarse, a contribuir en la relación, de amistad, de parentesco, de pareja o la que sea. Si la otra persona no te pregunta a ti que necesitas de ella, pregúntale si puedes expresar lo que tú necesitas de ella. Eso introducirá cambios beneficiosos en la comunicación y en la manera de relacionarse. Probablemente una vez no baste, pero si sigues aplicando las reglas antes descritas, seguro que llegas a mejorar tu manera de relacionarte con esa persona.
Normalmente, nuestro estilo de comunicación lo hemos aprendido desde niños, de nuestros padres, con sus virtudes y sus defectos. Hay maneras de comunicación muy evidentemente agresivas, pero hay una que es muy agresiva, desde la pasividad: el silencio… Dejar de hablarle a una persona por estar enfadados, es de lo más agresivo que podemos ser. Esa actitud lleva a la otra persona a elucubrar infinitas teorías de lo que a ti te pasa y de lo que pudiera pasar en la relación. Vamos, que la otra persona puede rallarse y pasarlo muy mal… Y salvo que tú no quieras generar ese daño, porque la otra persona te importa, debieras, al menos, decirle a esa persona que necesitas retirarte para recomponerte, reflexionar, asimilar lo ocurrido, soltar la energía negativa y que ya regresarás desde la calma para seguir hablando. Eso sería lo mínimo que debieras hacer, pero lo óptimo, sería no entrar en el mutismo y ser capaz de interactuar, al menos mínimamente, intentando mantener el cariño el respeto o lo que sea propio de esa relación, siempre expresando que tienen ese conflicto pendiente, del cual ya hablarán. Vamos, que mientras más normal sea tu manera de relacionarte con la otra persona durante un conflicto que se entiende en el tiempo, mejor será para el cuidado de esa relación. Pero si las circunstancias son otras, cualquier pequeña cosa que puedas hacer en ese sentido, será mejor que el dañino mutismo.
También hay una dinámica de comunicación que es muy tóxica y que siempre acaba mal. Estas dinámicas de comunicación reciben en psicología el nombre de juegos psicológicos, y a la que me refiero en particular es al triángulo dramático que muy resumidamente es una comunicación en la que los participantes (2), se van cambiando de roles, la víctima, el perseguidor y salvador, y que normalmente se inicia con una persona entrando a él como víctima. Esta dinámica de comunicación está bien descrita en mi artículo "JUEGOS PSICOLÓGICOS – EL TRIÁNGULO DRAMÁTICO", que bien merece la pena echarle una mirada y saber cuándo se ha entrado en un triángulo dramático y cómo salir (y huir!) de él.
Espero que este artículo te haya gustado y que te haya servido para al menos ir poniendo consciencia a tu manera de comunicarte, que es el primer gran paso para generar el cambio: ser conscientes. Si quieres ahondar sobre este tema o si simplemente quieres dejarme tus comentarios, escríbeme a juan.riquelme.terapeuta@gmail.com